Qué significa sonreir era su pregunta del día, y la verdad es que ya me cansaba de cada pregunta de mi hermano pequeño.
- Pero, ¿qué significa sonreir? -volvió a insistir al ver que no le prestaba atención.
Le miré atentamente, ví como sus ojos azules resplandecían más que nunca. Tenía 5 años y demasiada curiosidad para su tamaño.
- No sé, enano, no sé.
- Y... ¿qué es sonreir?
- ¿Qué que es? Es cuando tu boca se eleva hacia arriba, así mira... - Le sonreí para que viera cómo se hacía, o al menos lo intenté.
- Y con eso, ¿qué se muestra?
- Supongo que muestra felicidad, cuando estas alegre sonríes o cuando te cuentan algo gracioso también sonries.
- Pero, tata, entonces tú si no estás alegre ni nada de eso, ¿por qué sonries?
Le miré sorprendida, sinceramente pensé que él sería la última persona que se daría cuenta. No le conteste, no; y tampoco sabía que contestarle.
Me volví a hundir en mi leche con cereales y cola cao para no seguir con aquel interrogatorio. "No te preocupes, algún día conseguiré volver a sonreir", pensé mientras mi hermanito se fue sin decir palabra.
jueves, 28 de enero de 2010
martes, 12 de enero de 2010
Querido Diario:
Ayer volví a encontrar al chico que habita en mis sueños, pero esta vez era de carne y hueso, esta vez sus ojos eran más penetrantes y su pelo era igual que siempre, negro como aquel que vaga por la oscuridad de la noche; pero yo seguía sin saber su nombre.
No sé, me lo encontré de vuelta a casa, por el parque de la rivera del río por el que pasábamos todos los días, con mis amigos, te imaginas quiénes son ¿no?: mi querida amiga inseparable (la que en su corazón esconde sentimientos que se leen entre líneas, la que está en días grises) y ellos que te animan y te pueden hacer sonreír.
La verdad es que me costó saber que era él, supongo que es lo normal o quizá no, ya no sé lo que es normal y lo que deja de serlo. Estuvimos hablando, él sabe como siento al igual que tú lo sabes. Nos acercamos al muro que nos separaba del río y allí nos subimos. Me dijo que allá abajo estaríamos siempre juntos. Me eché a reír… a ver entiéndeme, era imposible que pudiéramos estar juntos a seis metro abajo con un choque directo con el agua, pero según él solo sería un suicidio colectivo, él y yo. Sinceramente no supe qué contestarle, pero sin más dilación, me cogió la mano e hizo de peso pesado para lanzarme a aquel río turbio.
Una fuerza tiro de mí hacia el otro lado, ya no sabía qué era lo real o el qué era lo imaginario y una mala respiración hacía que el corazón fuera cada vez más deprisa. Caí, caí sobre la fresca hierba, pero mi cabeza notó la subida y bajada de una tripa en respiración. Desperté con su frase típica que siempre me decía “¿estás loca o qué coño te pasa?”, pero al instante me abrazó como si fuera la primera y última vez que pudiera hacerlo.
El resto de camino a casa, lo hicimos todos en silencio; ella que lloraba en su interior o eso parecía, ellos que preferían no hablar y a mí no me apetecía sacar el tema de lo que había pasado, y la verdad es que prefería que se quedara así porque no quería dar explicaciones.
Dime, ¿pensaste que me iba a suicidar? ¿por eso lloras?, sinceramente, es que si eso hubiera pasado no estaría aquí escribiéndote. Hoy pienso, pienso que todo fue una alucinación que ayudara a suicidarme, a mis ansias de acabar mi existencia de este mundo, ya sabes, ir al otro mundo por decirlo de otra manera. Pero tampoco sé porque en ese día, en ese momento, en ese lugar…
Sabes, querer no sé lo que quiero, quizá coger al tiempo por el pescuezo, no sé. Es posible que lo que más me entristezca de todo esto es que puede que no vuelva a ver sus ojos grises, pero no importa o tal vez sí. Sí, sí, el era un sueño puro y duro, pero quién sabe si el existe realmente, no pienses que empiezo con mis paranoias pero podría ser posible, quién sabe.
Bueno Diario, mañana te volveré a escribir, no te preocupes hoy voy a sonreír como nunca lo he hecho.
Ayer volví a encontrar al chico que habita en mis sueños, pero esta vez era de carne y hueso, esta vez sus ojos eran más penetrantes y su pelo era igual que siempre, negro como aquel que vaga por la oscuridad de la noche; pero yo seguía sin saber su nombre.
No sé, me lo encontré de vuelta a casa, por el parque de la rivera del río por el que pasábamos todos los días, con mis amigos, te imaginas quiénes son ¿no?: mi querida amiga inseparable (la que en su corazón esconde sentimientos que se leen entre líneas, la que está en días grises) y ellos que te animan y te pueden hacer sonreír.
La verdad es que me costó saber que era él, supongo que es lo normal o quizá no, ya no sé lo que es normal y lo que deja de serlo. Estuvimos hablando, él sabe como siento al igual que tú lo sabes. Nos acercamos al muro que nos separaba del río y allí nos subimos. Me dijo que allá abajo estaríamos siempre juntos. Me eché a reír… a ver entiéndeme, era imposible que pudiéramos estar juntos a seis metro abajo con un choque directo con el agua, pero según él solo sería un suicidio colectivo, él y yo. Sinceramente no supe qué contestarle, pero sin más dilación, me cogió la mano e hizo de peso pesado para lanzarme a aquel río turbio.
Una fuerza tiro de mí hacia el otro lado, ya no sabía qué era lo real o el qué era lo imaginario y una mala respiración hacía que el corazón fuera cada vez más deprisa. Caí, caí sobre la fresca hierba, pero mi cabeza notó la subida y bajada de una tripa en respiración. Desperté con su frase típica que siempre me decía “¿estás loca o qué coño te pasa?”, pero al instante me abrazó como si fuera la primera y última vez que pudiera hacerlo.
El resto de camino a casa, lo hicimos todos en silencio; ella que lloraba en su interior o eso parecía, ellos que preferían no hablar y a mí no me apetecía sacar el tema de lo que había pasado, y la verdad es que prefería que se quedara así porque no quería dar explicaciones.
Dime, ¿pensaste que me iba a suicidar? ¿por eso lloras?, sinceramente, es que si eso hubiera pasado no estaría aquí escribiéndote. Hoy pienso, pienso que todo fue una alucinación que ayudara a suicidarme, a mis ansias de acabar mi existencia de este mundo, ya sabes, ir al otro mundo por decirlo de otra manera. Pero tampoco sé porque en ese día, en ese momento, en ese lugar…
Sabes, querer no sé lo que quiero, quizá coger al tiempo por el pescuezo, no sé. Es posible que lo que más me entristezca de todo esto es que puede que no vuelva a ver sus ojos grises, pero no importa o tal vez sí. Sí, sí, el era un sueño puro y duro, pero quién sabe si el existe realmente, no pienses que empiezo con mis paranoias pero podría ser posible, quién sabe.
Bueno Diario, mañana te volveré a escribir, no te preocupes hoy voy a sonreír como nunca lo he hecho.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)