martes, 1 de marzo de 2011

Huir.

- ¡Te quiero! - gritó hasta quedarse casi afonico.
Me giré y le vi allí en la estación. Sus manos estaban apoyadas en las rodillas y jadeaba. Me reí, no puede soportar no hacerlo ya que él nunca fue un experto en los deportes y siempre había odiado correr.
- No te vayas, por favor.
Le miré, no supe qué contestarle. La verdad es que estaba cansada de esa ciudad, quería abandonarla ya que no me ataba nada allí, ni amigos, ni familia...nada para aferrarme a una razón para quedarme.
- Por favor...
Qué hacer. Nunca pensé que él, justamente él vendría esta la estación para pedirme que me quedara.
- Debo irme.
- ¿Por qué? Aquí puedes tener todo lo que quieres, y sobretodo...¡sobretodo me tienes a mí!
- Sé que te tengo a ti, pero necesito marcharme, huir de esta ciudad que me va matando poco a poco.
- Huir...siempre has querido eso, ¿no?
- No soy ninguna cobarde aunque quiera huir.
- Pues quedate y resuelve tus problemas aquí, conmigo y con tu gente.
- Yo no tengo amigos
- Eso lo dirás tú.
Suena el último aviso para coger el tren.
- Debo de irme.
- No lo hagas, sino perderas todo.
- En serio, debo irme.
- ¡No te vayas! - gritó por última vez mientras subía al tren.
Me giré para verle una última vez.
- Si no quieres que me vaya, huye conmigo.
Pero no me contestó, o quizá no me escuchó pero se giró y se fue caminando sin decir adiós. Nos fuimos, él por un camino y yo por otro. Nos fuimos, y esta vez fue para no volvernos a ver.

No hay comentarios: