martes, 14 de febrero de 2012

Mordiendo las cadenas.



De algún modo u otro, te atan. Te dicen algo así como "tú quedate aquí o te abandonaré" y le haces caso como un perro a su amo, tan perro que incluso te pones a mover la colita.
Y ahí estás parado, esperando a que vuelva y realmente sabes de alguna manera que no va a volver, que estás esperando para nada.
Pero estás atada, y no vas a huir por lo que lo necesitas de tal manera que hace girar las manecillas del reloj.

Piensas que todo irá bien, que volverá. Pero no es así. Sigues tumbada en la cama escuchando a la lluvia, escuchando el viento, notando los rayos de luz y nadie te viene a recoger. Dejas de mover la colita tan alegremente y te das cuenta de que no puedes seguir atada, no puedes depender de nadie. Tienes que romper las cadenas y andar hacia delante.

No vas a poder estar siempre ahí y tienes que disfrutar por ti misma. No quieres morir sin haber dicho al mundo que estás ahí. No quieres dejar atrás cosas que puedas descubrir ahora porque luego puede que sea ya demasiado tarde.
Quieres romper las cadenas, pero son fuertes, son mas fuertes que tú.
Quieres ser libre, quieres volar por un cielo azul, gris o negro, te da igual con tal de poder volar.
Quieres dejar de ver a la luna detrás de la ventana y ser la persona que vea la Tierra desde la luna.
Y ahí estas mordiendo las cadenas, para poder ser libre, para no esperar nada de nadie tan solo de ti misma.

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