A veces las palabras más dañinas son las palabras sinceras.
"Gracias, por haber estado aquí conmigo". Estas palabras rebotan una vez y otra vez en tu cabeza desde aquel momento que lo dijo. Y sólo pudiste sonreír porque en ese instante te quedas sin saber qué decir, qué hacer.
"En serio, gracias". Intentas que salga algo así como "estamos aquí para lo que se necesite, ¿no?". Pero no puedes y vuelves a sonreír con un "no pasa nada"
Te giras hacia tu nuevo rumbo, y antes de alejarte más vuelves la cabeza, mientras él se mete al bar donde estabais, le dices: "Pásalo bien" y él con una sonrisa se despide de ti con un "Descansa".
Y en ese momento se te cae el mundo, y piensas la marca que pueden llegar a hacer unas simples palabras.
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