Quedaba una hora para que dejara todo atrás, para que dijera adiós a todo aquello que había formado parte de su vida…
No quería recordar tiempos pasados porque no deseaba volver a caer, en volver a tropezar en la misma piedra. “Ya estaba todo escrito, ¡todo decidido!”, decía ella.
Que insignificante se sentía, un mundo en blanco y negro sin color alguno; y una lluvia amarga iba devorando sus entrañas a cada hora, a cada minuto, a cada segundo…
Y allí se encontraba ella, sentada en el borde de aquel muro que la separaba de la tierra y el río, aquel río que amenazaba con inundar lugares de la ciudad; miraba con recelo a un sol anaranjado, a un sol que dejaba paso a una oscuridad que llenaba de soledad los rincones más escondidos de aquella capital.
Media hora, tan solo media hora y en nada más pensaba, ¿o quizá sí? Nadie podía saberlo, nadie podría predecir que le iba a ocurrir.
Su corazón parecía que le iba a parar de un momento a otro, le empezaron a nacer los nervios y quiso parar su destino pero se recordó que nunca más se echaría atrás, así continuó su camino hacia su gran abismo.
Se montó en un autobús que le llevaría su destino y allí llegó, al hotel en el que se alojaba, en el que todo el mundo recordaría…
Diez minutos, comprobó que todo estaba según lo planeado, la cámara de video llena de batería, los cables bien conectados…
Cinco minutos, puso una silla enfrente de la cámara y encendió el ordenador que se había montado ella misma.
Dos minutos…
- No tiene sentido, o más bien... ¿qué tiene sentido? Ya no sé, qué significan las cosas, las palabras…
- …Porque ya no hay nada que es lo que es, antes era y ahora es nada.
Solo quedaban dos segundos, se sentó mirando a la cámara y no tuvo que esperar mucho más, el ordenador activó un programa el cual se hacía con el control de todas las cadenas de televisión, y la cámara empezó a grabar…
Carraspeó y tomó la iniciativa de hablar…
- Queridos espectadores, lo siento por interrumpir vuestro entretenimiento pero antes de que todo pase, antes de que apaguéis lo que me separa de ustedes. Solo quiero cumplir un sueño que nunca más podré realizar así que espero que me escuchéis, aunque simplemente sea un segundo…
Así pues, cogió su guitarra y deslizó sus dedos por las cuerdas tocando así unos acordes y poco a poco empezó a entonar una canción, una canción que mostraba tristeza, aunque nadie podría apreciarlo…
Su voz resonaba por toda la estancia, era dulce y acogedora. Una voz que hace sentirse libre, ser uno mismo.
Luego, cuando acabó la canción, siguió con una segunda, está más corta que la anterior y contaba la historia de una muñeca de porcelana que se rompió:
“…Y caerás y cada uno de tus trocitos serán olvidados en algún oscuro cajón.
Pero dime qué escondes, dime qué habita en tu interior.
Dime qué secretos guardas en tu frágil corazón…”
Después se levantó, se alisó la falda y caminó hacia la cámara.
- Bienvenido un páramo donde nada importa, donde el ser no es.
Soy frágil muñeca que se rompió al caer, soy payaso que perdió su sonrisa…
Sus ojos lloraban haciendo un rastro del rímel que se había puesto, esa sería su última vez, el último día en el que ya no volvería a llover más.
Un sueño quizá convertido en realidad, pero ¿qué era real en esos momentos? Su vida estaba marcada de por cada hoyo en el que no había podido salir.
Tenía un cordel enrollado en la mano, era gris oscuro y suave; lo estiró, y una cosa redonda salió disparada hacia su sien. Los espectadores no podían apreciar todo con el mínimo detalle, solo destacaron una lluvia rojiza mientras que ella caía al suelo… y en ese instante volvieron a ver su serie favorita.
Su rostro era profundo y blanquecino manchado de aquel rojo oscuro que se extendía poco a poco por la habitación, sus ojos mostraban tristeza y sus labios parecía que se mostraba una pequeña sonrisa.
Y ya no volvería a levantarse, ya no volvería a decir sus deliciosas y amargas palabras…tan solo se quedó dormida para no despertarse nunca más…
Ahora que estaba cerca del olvido, vuelvo a recordar, porque el tiempo habita en mi interior, porque detestaba que ella no volviera estar ahí.
Tres días después de su muerte recibí una carta, carta que había escrito para contarme por qué lo hacía, por qué nada era cómo antes… ¿Por qué no se pudo decirme que quería huir, que quería poder volar y no podía?
Recuerdo como su familia lloraba, y se preguntaba el por qué lo había hecho; sus amigos nunca podrían olvidar aquella sonrisa que alegraba el día; y recuerdo como aquel día me derrumbé al no tener su voz tan cerca…
¿Quién sabe si murió feliz? ¿Quién sabe qué iba a ocurrir lo que sucedió?
¿Quién iba a pensar que ella nos diría adiós…?
Una oleada de escenas de tiempo atrás vienen a mi mente, pero ya está, todo se acabó y no hay vuelta de hoja…
Ahora ella podrá volar alto y tocar las nubes como una vez deseó.
2 comentarios:
Qué cosas más tristes escribes... Es porque quieres o es porque te sale así? Porque si, como algunos, escribes para desahogarte y esto es lo que te sale, me preocupas ¬¬"
Más aún, espero que no esté 'basado en hechos reales' porque tiene que ser muy duro perder a alguien así...
Preciosa la parte de las canciones. De verdad =)
Un besito nena! Y muchísima suerte con los exámenes, ánimo que ya queda poquito! =*
Wow... Sin palabras...
Tan solo hallaremos la capacidad de volar cuando hayamos traspasado el umbral de la muerte.
Saludos =3
Publicar un comentario