miércoles, 28 de noviembre de 2007

Un útimo adios.

Miré al cielo, ví como atardecía y ya era la hora.
Me encaminé por las callejuelas de la ciudad, no quería que nadie me viera y ademas sabía que en esta ocasión estaría yo sola. Después de dos hora, y el cielo ya oscurecído, llegué a mi destino. Yo seguía con mi capa oscura con la capucha negra puesta con la finalidad que nadie conocido me pudiera indentificar.

Sentí como mi corazón se eleva más y más y no podía respirar, era la hora, la muerte ya me había dado el beso final, ahora nadie se tendría que preocupar más po mí, ya no sería un incordio para nadie...

Me subí a la barandilla, el viento rozaba mi cuerpo como si fuera una columna más e hizo que mi capa volara para no verla más. Clavé la mirada al fondo, no se podía distinguir lo que era agua pero no le dí mucha importancia.

Oí como sonaba las campanas de la maravillosa iglesia, sonaba como si anunciara la desgracia de algo... cerré mis ojos fuertemente e hice intención de dejarme caer al vacío; pero no sabía como le aparecieron todas las caras de esas pesonas a las que amaba en su mente, pero lo debía hacer sentía como si fuera un peso para todo el mundo, no quería hacer daño...

Noté algo helado sombre mi cuerpo. "Tampoco ha sido tan difícil" me dije a mí misma, abrí los ojos para ser la última vez que viera el mundo...
Y esas personas estaban ahí, me estaban tapando con una manta, les intenté acariciar, pero mi cuerpo no respondía...

Un último movimiento fue mi mandíbula al intentar decir algo pero esas personas no se dieron cuenta, me envolvieron y se me llevaron para siempre...

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